Estamos hoy en un mundo tecnológico inmerso en la civilización de la imagen que le exige al docente saber utilizar otras formas de comunicación como el dominio del lenguaje de la imagen para potenciar el aprendizaje en sus alumnos. De allí la relación de la escuela y la civilización de la imagen. Todos los alumnos durante los años de Educación Básica Regular y Superior deberían recibir formación sobre la cultura audiovisual.
Los estudios señalan que la integración de lo audiovisual en la enseñanza obligatoria debería plantearse en los currículos a dos niveles: como materia u objeto de estudio y como recurso para el aprendizaje.
Es lógico que deban ser objeto de estudio unos medios de difusión como la televisión, el cine, la publicidad, etc. que tienen una enorme incidencia en la creación del pensamiento. No convertir en materia de estudio un medio que tiene tanta incidencia en la vida de los ciudadanos parece una gravísima incongruencia. ¿Para qué mundo prepara la escuela?, ¿qué ciudadanos quiere hoy nuestra sociedad? y ¿qué sociedad queremos formar?, son preguntas sobre las que debemos reflexionar cada vez que planifiquemos los aprendizajes y en ello se ha tener presente la civilización de la imagen.
Además las nuevas tecnologías hacen posible que lo audiovisual pueda convertirse también en recurso para el aprendizaje, un recurso que puede incidir en la optimización del proceso de enseñanza-aprendizaje, lo que debe asumirse como un compromiso pues somos parte de la civilización de la imagen.
Integrar estos recursos en la enseñanza es el único medio de tender un puente entre la escuela y el contexto socio-cultural en el que se desenvuelve el alumno.
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